“Los Jesuitas de la provincia de México en 1767”, conferencia en la Biblioteca José María Lafragua.
Fue impartida por el doctor Robert H. Jackson, egresado de la Universidad de California, Berkeley.
Como parte de su labor de difusión del patrimonio histórico, la Biblioteca José María Lafragua realizó la conferencia “Los jesuitas de la provincia de México en 1767”, impartida por Robert H. Jackson, egresado de la Universidad de California, Berkeley, especialista en historia de América Latina.
En la Sala de Lectura de la Biblioteca Lafragua, el doctor Jackson ─quien ha publicado 27 libros sobre el liberalismo del siglo XIX, castas y procesos de evangelización y labor misionera, entre otros temas─ dio cuenta de la presencia de las comunidades jesuitas en la Nueva España, sus colegios y templos, así como la arquitectura de los monasterios de esta orden, principalmente en el siglo XVIII.
Recordó que la presencia jesuita data de 1572, con sedes en las ciudades de México, Pátzcuaro, Oaxaca, Puebla, Morelia, Zacatecas y Guadalajara, donde fundaron colegios e iniciaron ministerios pastorales. Sin embargo, para 1767 el monarca español Carlos III decretó su expulsión de todos los territorios bajo su autoridad, medida ejecutada en la América española, Guatemala, Cuba y las Filipinas.
Las razones del destierro de la Compañía de Jesús, explicó el especialista, se debieron a la notable influencia que tenían en la vida educativa, social, política y espiritual de la época, además de que su lealtad a los superiores en Roma, especialmente al Papa, representaba una amenaza para la consolidación del poder absoluto de los monarcas.
Mencionó que el exilio provocó la salida de poco más de 600 jesuitas del país, quienes partieron del puerto de Veracruz y de Campeche. No obstante, algunos murieron en el camino o en Sudamérica. Otras misiones jesuitas fueron enviadas a Brasil, Portugal y a los estados papales.
El doctor Robert H. Jackson destacó el papel de esta orden religiosa en la fundación de colegios mayores y menores, entre estos el de San Ildefonso en la ciudad de México, así como el Colegio del Espíritu Santo en Puebla, instalado en el hoy Edificio Carolino, cuya misión fue la educación en todas sus formas, un propósito que cumple con creces hasta nuestros días.